El afrontar el divorcio de su padres a un niño le puede resultar dfícil, conlleva un período de cambios en el que se tiene que adaptar en poco tiempo a nuevas circunstancias y no siempre mejores que las anteriores. Los padres sabedores de estas problemáticas viven con miedo la decisión que van a tomar por las consecuencias negativas que puedan acarrear a sus hijos.

Si a mayores no hay entendimiento entre ambos progenitores o conflictividad el solicitar la ayuda de un psicólogo que ayude y acompañe en todo el proceso es aconsejable.

Los casos que más ayuda necesitarían sería los divorcios tramitados por los padres con conflictividad en la que la relación con su hijos se ve alterada con uno o ambos progenitores, generando un estrés en los hijos que facilmente les originará otra serie de problemas importantes como: problemas de conducta, depresiones,ansiedad, miedo, bajo rendimiento académico, dificultades sociales, no quedando solo afectados en la época del divorcio sino transcendiendo a su vida de jovenes y adultos.

Cada niño lo va a vivir de una determinada manera dependiendo de su personalidad y edad. Los más pequeños, en los que predomina la imaginación se pueden considerar culpables, atribuyéndose circunstancias que nada tienen que ver con el problema que están viviendo sus padres. Van a sentir miedo a perder el referente de su padres ya que a esas edades todo gira entorno a ellos.

Ya con 6 años y hasta los 12 son más conscientes de la situación problemática que les toca vivir en el divorcio de su padres, les duele y harán lo imposible para arreglar la situación sin éxito.

En los hijos adolescentes se generaran dudas sobre la valía de compartir ellos también una relación al ver el desenlace de sus padres. Emociones negativas los inundan como la tristeza, soledad, el miedo.

Las situaciones más graves las van a vivir cuando en la pareja haya violencia familiar y estén expuestos, generándoles consecuencias negativas psicológicas y físicas. Este es un aprendizaje tóxico en la manera del día de mañana en que ellos deban actuar para relacionarse correctamente.

Otro perjuicio grande para los menores es el Síndrome de Alineación Parental, definido como la predisposición negativa y malintencionada que ejerce el progenitor que tiene la custodia de sus hijos en contra del otro progenitor, mediante la influencia maliciosa y malintencionada( manipulación mental) hacía los hijos. Los hijos entran en un conflicto, para descalificar, censurar o rechazar a uno de los padres consciente o inconscientemente. Cuanta menos edad tenga el niño más le va afectar. Aunque pueden mostrarse con una actitud de indiferencia, normalmente de pasividad ante el problema se presenta un deterioro y sufrimiento psicológico que alteran la personalidad del menor.

Entre las tácticas empleadas para predisponer al menor en contra de la otra parte están los comentarios despectivos, la burla, la crítica negativa y malintencionada.

Si nos encontramos en un proceso de divorcio o si ya lo hemos finalizado podemos ayudar a nuestros hijos con estos consejos:

  • Lo antes posible volver a las dinámicas de la vida normal para que ellos también puedan; ayudándoles a entender que hay cosas que van a cambiar pero facilitando en todo los posible el adaptarse a los cambios en una y otra casa.
  • Responsabilizarnos del sentido que damos en le giro que aplicamos en nuestra vida, dirigiéndonos con ello hacía una mejoría en la forma en que nos sentimos para poder transmitir este nuevo estado emocional a nuestros hijos y así pronto puedan elaborar sus sentimientos de miedo, tristeza, culpa y cambiarlo por el que nosotros renovados les ofrecemos.
  •  Guardar el respeto hacía el otro progenitor, educando en nuevos estilos de familia que probablemente también ellos puedan repetir.
  • No generarles más preocupaciones haciéndoles participes a fondo de detalles que no son necesarios. No rumiemos con lo que ya no podemos, sino al contrario, ofrecerles en cambio nuestro apoyo y compañia.
  • Debemos de estar pendientes de si tiene cambios conductuales. Debemos diferenciar algo que podría ser más grave por el sufrimiento del menor en los casos más conflictivos de otros episodios pasajeros que si nos mantenemos constantes con las pautas educativas y el apoyo que necesitan para afrontar el cambio, pronto se van a estabilizar.
  • La ayuda que necesite se la va ofrecer un psicólogo, aponyándolo a usted y a sus hijos de la manera adecuada y facilitando el cambio.